La Bella Otero, estreno absoluto del Ballet Nacional de España en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, del 7 al 18 de julio de 2021.
Coreografía: Rubén Olmo. Dramaturgia: Gregor Acuña Pohl. Dirección musical: Manuel Busto ante la Orquesta de la Comunidad de Madrid. Música: Manuel Busto, Alejandro Cruz Benavides, Agustín Diassera, Rarefolk, Diego Losada, Paul Vallet, Enrique Bermúdez y Manuel Cano. Diseño de escenografía: Eduardo Moreno. Diseño de vestuario: Yaiza Pinillos. Diseño de iluminación: Juan Gómez-Cornejo.
Fotografías: María Alperi
Asistimos a la tercera creación de Rubén Olmo que realiza como director del Ballet Nacional de España, después de los éxitos con "Invocación" y "De lo flamenco" (homenaje a Mario Maya). Estado de pandemia de por medio, que obligó a suspender casi todas las giras y actuaciones de la compañía, nos presenta esta superproducción que narra la vida de la española más célebre de las artistas de la Belle Époque francesa, Agustina Carolina del Carmen Otero Iglesias, más conocida como Carolina Otero o La Bella Otero.No es reto fácil para un coreógrafo realizar un espectáculo narrativo de gran formato, más aún si se trata de un personaje real, controvertido y enigmático, quizás escuchado su nombre pero poco conocido, aún más, por las lagunas y contradicciones que envuelven su historia, muchas de ellas inventadas por la propia Otero.
La historia sobre "La Bella Otero", contada por el Ballet Nacional de España, es un producto artístico brillante y mágico. Desde la puesta en escena, la impecable producción del vestuario para cada cuadro, la perfecta utilización de la iluminación y la original composición y adaptaciones musicales, interpretadas por la Orquesta de la Comunidad de Madrid y músicos invitados, puesto todo al servicio de su argumento. Pero si algo podrá disfrutar cualquier que asista a esta representación es de danza, mucha danza y de todos los estilos, desde el folclore hasta la danza contemporánea, la estilizada y el flamenco, incluyendo números sorprendentes para ubicarnos en la época y la situación geográfica.
Más que merecidas ovaciones deben ser dirigidas a todo el elenco de bailarines y bailarinas de este, nuestro Ballet Nacional de España. Destacar a la bailarina invitada Patricia Guerrero para realizar el protagónico, y Maribel Gallardo, como hilo conductor de La Otero en su madurez, pero también a cada uno de los personajes solistas, secundarios y todo el cuerpo de baile que son capaces de demostrar su gran labor técnica y versatilidad, tanto en la ejecución y como en la interpretación.Rubén Olmo compartió en la presentación ante la prensa que "soñó con esta historia para llegar a convertirla en un gran espectáculo", y decidió que, "ahora que estaba en el Ballet Nacional, era el momento idóneo para hacerlo". También lo que más le atrajo, cuando conoció la historia, fue "cómo la mujer más famosa y deseada de su época, hubiera nacido en un pueblo de Pontevedra". En este mismo encuentro con los periodistas insistió que el proyecto es el producto del gran equipo de profesionales que le rodearon en cada aspecto técnico y artístico, con especial agradecimiento a todo el elenco que dirige.
Pecando de simplista en la síntesis de la historia de La Bella Otero, se trata de una mujer violada a los diez años, que huye de su pueblo embarcada en una caravana de comediantes con doce, donde aprende algo del oficio de artista. Vendida o entregada a un duque portugués que promueve su carrera como bailarina y cantante, hasta que conoce a un gran productor en Barcelona que la catapulta a América y, desde allí, a estrella de la Belle Époque de París. Ella misma logró forjarse este gran personaje, ejerciendo también la prostitución, y así logra codearse de reyes y aristócratas europeos, con los cuales logra, además de su gran fama, acumular una gran fortuna, que termina dilapidando a causa de su ludopatía, tras cincuenta años de enclaustrada por voluntad propia, cuando se retira de los escenarios con 46 años.
Contar una historia de estas características no es empresa fácil, más aún contada desde el lenguaje de la danza, y no tendría sentido tener que parcelarla porque perdería algo más que su esencia. Se echa en falta, como espectador, un merecido descanso entre los dos actos, pero son más que comprensibles los límites y medidas de precauciones necesarias en el actual estado de pandemia. Si hay algún pero a este gran espectáculo, es la extensión de algunas escenas, aunque si de lo que se trata es de disfrutar de danza, siéntate y goza. Ni siquiera en las escenas más intrepretativas se deja de bailar, incluso hay momentos en que la música y la luz son capaces de transportarte a imágenes cinematográficas o a un mundo pasado que ni siquiera imaginabas.
Hasta aquí podría llegar esta crónica, pero como no tengo limitación de espacio, con seguidores que se toman el tiempo para su lectura, continuaré con algunos apuntes más sobre el personaje, este excelente montaje y alguna que otra historias más...
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