Cuando una persona se dedica a bailar, y desarrolla esa
faceta artística, con el paso del tiempo y de los años va descubriendo su
propia personalidad como danzante. El ser que hay en su interior desde que
comenzó a caminar se va mostrando, poco a poco, en todas sus facetas, con todos
sus matices y su esencia.
Uno puede y debe interpretar muchos personajes en el
escenario.
Puedes contar historias distintas mientras danzas, mientras
bailas, pero siempre habrá algo que es propio de tu ser, y que no se puede
ocultar, por mucho que busques enmascararlo.
Cuando se le dice a una bailarina (o bailarín, a partir de
ahora cuando me refiera a bailarina lo haré de manera genérica a ambos sexos)
que tiene que buscar su personalidad, en realidad se le está diciendo que tiene
que descubrirse a sí misma, tiene que escucharse, observarse, para ver su
esencia, y a partir de ahí potenciarla, animarla a salir sin vetos, dejar caer
el velo que la cubre.
Ahora bien, independientemente de la personalidad al bailar,
que puede estar definida por una característica especial o distintiva de esa
bailarina, o por varias en conjunto, para mí, basándome en mi observación y
experiencia, hay dos grandes grupos de danzantes: los que impresionan y los que
emocionan.
La bailarina que tiene como objetivo, 100% marcado, el
impresionar, pondrá todo su enfoque, toda su energía y sus conocimientos,
mientras trabaja y crea danza, en conseguir impresionar a su público.
La bailarina que tiene como objetivo, 100% marcado,
emocionar, pondrá todos sus conocimientos en crear una danza que consiga
remover la emoción de su público, a través de contar o comunicar algo.
Por supuesto, esto es una definición a grandes rasgos.
Además, no siempre una bailarina que busca impresionar conseguirá dicho objetivo.
Lo mismo puede ocurrir en el caso de la bailarina que busca emocionar. Esto es
normal, los seres humanos somos seres complejos, y nuestra comunicación con los
demás (y la danza es un modo muy especial de comunicación) depende de
muchísimos factores, la mayoría de los cuales son circunstanciales, y estos
factores pueden errarnos en la consecución de nuestro objetivo a pesar de haber
puesto todo nuestro empeño. Además, no debemos olvidar que la reacción del
público ante nuestro trabajo es un feedback que dependerá a su vez de las
características del propio público que nos observa, no sólo y exclusivamente de
lo que mostremos en el escenario.
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