La
felicidad, al ser un concepto abstracto, sabemos que es algo complicado de
definir. La felicidad parece que no es algo que se tenga o no se tenga, sino que
es algo que se siente o no se siente, y que varía en el tiempo, dependiendo de
muchos factores en sus distintos grados. Parece lógico que, para sentirnos en
un momento dado muy felices necesitaríamos previamente sentir menor nivel de
felicidad. Es genial que existan un montón de métodos diferentes que pueden
ayudarnos a sentirnos más felices en términos generales, de forma más o menos
estable, muchos de los cuales conllevan gestos bastantes sencillos, como tomar
la vitamina D del sol, reír o dormir las horas adecuadas.
La
danza también es un concepto difícil de definir de forma consensuada. Más o
menos, la danza se considera como aquella disciplina artística escénica donde a
través de técnicas y/o estilos diversos, el cuerpo ejecuta secuencias de
movimientos de diferentes estéticas con el objetivo de expresarse. Bueno, ya
digo que. más o menos algo así. Sin embargo, en mi opinión, la danza es mucho
más y también mucho menos que esto. Por ejemplo: Para bailar la música no es
necesaria (ni siquiera lo es el sentido del oído), ni requiere del conocimiento
de una técnica específica, ni de la habilidad de seguir un determinado ritmo
temporal externo, ni de contar con unas características físicas concretas, ni
de buscar una estética singular en su ejecución. Tenemos ejemplos de todo esto
en cada continente y a lo largo de la historia de la humanidad.
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