Más de
seis años han pasado desde la primera entrega para indagar las fuentes de este
lenguaje expresivo que aúna danza-cámara, cámara-danza, y no me he podido
resistir a compartir alguna otra parte de mis pequeñas conferencias sobre este
tema.
Durante
este tiempo he convidado a los lectores a varias selecciones de vídeos o pequeñas
obras del género, pero también hemos dado algún que otro paseo por otros
géneros videográficos en lo que se utiliza la danza, pero con otros fines como
el publicitario, promociones o videoclips.
El
videodanza es un lenguaje bastante complejo, en el sentido que no solamente
requiere de conocimientos de danza o música, sino también un gran bagaje de
conceptos cinematográficos y de las posibilidades que brinda la cámara para
concretar un producto expresivo, una dramaturgia o una narrativa. No obstante,
sigue siendo un lugar para la experimentación tanto para creadores de danza o
del cine.
Si hay
una película documental que es capaz de mostrar ¿qué es un videodanza? es PINA
de Wim Wenders. Comenzó a filmarse en el 2009 como recorrido autobiográfico
de la gran coreógrafa Pina Bausch, y ante su repentina muerte fueron sus
propios bailarines quienes le convencieron para terminarla como obra póstuma,
por lo que se estrenó en 2011. Precisamente es una película que transcurre en
una sucesión de escenas o fragmentos de distintas obras de Pina Bausch y otras de
danza plasmadas o registradas especialmente para la cámara y en donde cada una
de ellas posee una dramaturgia específica. Esta película no solo sorprende por
la carga poética de sus escenas, sino que el gran acierto del director fue la
utilización de la última tecnología cinematográfica y la rodó en tres
dimensiones, con la idea de que el espectador pueda introducirse dentro de la acción
de los bailarines y romper así la visión bidimensional del plano de la
pantalla. “PINA” fue nominada para el Óscar en el año 2012.
Pero
retomemos el camino de la historia del videodanza…
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Dejando
las discusiones de expertos y especialistas en la materia, y su empecinada
labor de querer catalogar un trabajo artístico de estas características,
resulta complejo establecer los límites entre el videoarte y la mera utilización
de la cámara que permite filmar una coreografía desde distintos ángulos, o a lo
sumo sacarla del contexto escénico para trasladarlo a espacios abiertos.
Si en
la anterior entrega de este camino hacia las fuentes del videodanza hice referencia
a Méliès y Domingo de Chomón, hoy damos un paso más atrás para profundizar un
poco más sobre los orígenes del cine en el siguiente vídeo.
Maya
Deren, es
considerada por mucho como el primer referente del videodanza, a raíz de su corto:
“Un estudio en coreografía para cámara” (1945),
de poco más de dos minutos.
Hija de
padres judíos en Kiev, Ucrania (antigua Rusia), emigran a los Estados Unidos
donde se forma en distintos ámbitos, aunque en realidad fue una gran defensora
de las ideologías socialistas.
Dos
acontecimientos marcan su camino en el cine, primero trabajando como secretaria
para la coreógrafa americana Katherine Dunham y luego su segundo esposo,
fotógrafo y camarógrafo checo Alexandr Hackenschmied.
Así,
inicia una carrera cinematográfica independiente, al margen del cine comercial
y se convierte en uno de los referentes del cine vanguardista y surrealista,
durante y en la post segunda guerra mundial.
"Desde
principios de la década de 1940 hasta su muerte en 1961, Maya Deren evocó y ejemplificó
el movimiento de vanguardia estadounidense prácticamente por sí misma. Su
primera película, Meshes of the Afternoon,estableció el tono de la década y
vinculó el movimiento con las antiguas películas de vanguardia europeas de
Cocteau y Buñuel." –
Cecile Starr, The New York Times
Era
indiscutible las grandes posibilidades que traía consigo la cámara como
herramienta de soporte y registro de un arte tan efímero como la danza. Y fue
precisamente esa la utilización que se le dio por muchos años hasta la llegada
de la videocámara, que haría abrir el abanico de posibilidades tanto a
creadores de danza como al séptimo arte de la cinematografía.
No será
hasta los años ’80-90 que el videodanza comienza a trazar algunas bases para la
creación de este nuevo lenguaje con las cimientes de las grandes revoluciones
estéticas post guerra como el expresionismo, surrealismo u otras vanguardias.
También
se hace referencia del coreógrafo americano Merce Cunningham que, hacia
mediados de los años ’60, hace públicos los trabajos de experimentación ante la
cámara, de secuencias coreográficas en interconexión con la luz y los sonidos,
junto al músico Jonh Cage.
Si bien
esta referencia sirve como herramienta de archivo, personalmente no considero
que estuviera haciendo videodanza ya que le falta el hilo dramatúrgico
necesario para dicho fin. Igual merece ser mencionado, al igual que fueron las
filmaciones y registros de Wigman, Laban, Müller, Duncan, etc.
No dejo
más que de asombrarme de la cantidad de producción de VIDEODANZA que se está
haciendo en estos últimos años. De hecho, existen en muchos países de todos los
continentes, festivales, eventos y concursos que le dedican su espacio
específico para difundir las obras. El tema de estos eventos lo dejo para otra
página de este diario personal.
¡Pero
no TODO VALE! Al igual que sucede con el arte contemporáneo en general, este
tipo de experiencias valen, en tanto y en cuanto, sean productos artísticos de
calidad y no nos quieran “vender la moto”.
La
buena o mala utilización de los medios y herramientas tecnológicas del momento,
la facilidad para utilizarlas, el conocimiento de cinematografía o lenguajes y
estilos dancísticos, no siempre son sinónimo de belleza u obra de arte.
Mientras tanto sigamos indagando y disfrutando de lo que sí.
Para
finalizar, os dejo con una obra de la coreógrafa inglesa Lea Anderson, que
también ha producido e intercala/relaciona sus creaciones a través de la
cámara.
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