Imagen cedida del archivo de la autora |
“Estoy interesado en ayudarlo a evitar que su práctica se
vuelva impura. En Japón, tenemos una frase shoshin, que significa “mente de
principiante”. El objetivo de la práctica siempre es mantener la mente del
principiante”. Al aprender un texto importante, el maestro Suzuki pregunta
“¿qué te sucederá si lo recitas dos veces, tres veces, cuatro veces o más?
Puede perder fácilmente su actitud original hacia él “.”Esto (mente de
principiante) no significa una mente cerrada, sino una mente vacía, una mente
lista. Si tu mente está vacía, está preparada para cualquier cosa; está abierta
a todo; En la mente del principiante hay muchas posibilidades, pero en la mente
del experto hay pocas.” “La mente del principiante es la mente de la compasión.
Cuando tu mente es compasiva, no tiene límites”. “Entonces, siempre somos
fieles a nosotros mismos, simpatizamos con todos los seres y podemos practicar.
Este también es el verdadero secreto de las artes: ser siempre un
principiante”. Mente Zen, Mente de Principiante, charlas informales sobre
meditación y práctica por Shunryu Suzuki.
¿Por qué mencionar esta cita sobre la Meditación Zen? ¿Esta
práctica influyó en mi filosofía o en mi trabajo?
Considero la práctica de cualquier arte como una meditación
acerca de la vida.
En los últimos 30 años, he dedicado mi vida a investigar la
lógica interior de la actuación y el rol del bailarín en nuestra sociedad
actual, utilizando y respondiendo con este sistema de 6 preguntas: quién, qué,
cuándo, dónde, porqué y cómo, a través de la enseñanza de la Danza, la creación
coreográfica, y la escritura.
Nada me da más satisfacción que descubrir los diferentes
procesos de creación, de devenir y de transformación.
Mi mente y corazón curioso siempre me llevan a un nuevo
comienzo, donde la creatividad me ayuda a trascender ideas y reglas, creando
métodos significativos, en cada nueva aventura, tanto en el escenario como en
el salón de clase.
Pero, ¿cómo se mantiene esta actitud de pureza después de 30
años? Hay períodos en los que mi niña interior está completamente despierta y
la generosidad de mis descubrimientos son fáciles de comunicar y compartir. Hay
períodos en los que la llama está casi apagada, y es aquí cuando mi experiencia
y dominio del oficio, me guían como una persona ciega.
Es un precario equilibrio entre mi estado interior y lo que
me rodea.
La danza es unión con nosotros mismos, con los demás y con
el medio ambiente.
Celebro, respondo, protesto, grito, lloro y me río de la
vida a través de la Danza.
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No quiero seguir una fórmula, ni apoyarme en mis previos
fracasos o éxitos. Mi fórmula para seguir adelante es sorprenderme con cada
descubrimiento. Tal vez, inconscientemente, quiera seguir siendo ingenua y así
mantener mi práctica “pura”, como dice el maestro zen. ¿Puedo obligarme a
sentir sed o hambre? No puedo.
Usted, mi lector, me preguntará, ¿qué pasa con la mente del
experto? ¿Piensa que después de 30 años, enseñando en tres continentes, en más
de 50 instituciones, embajadas, escuelas públicas y privadas, universidades,
academias, compañías de danza, festivales e instituciones, ¡siento que soy un máster!?
Lo único que sé es que estoy aquí, todos los días, abriéndome al encuentro
mágico y misterioso con otros en la vida, en el escenario y en un salón de
clases.
Mi meditación diaria es observar los cuerpos de mis
bailarines con gran detalle y con amor, ver cómo sus expresiones (mentales,
emocionales y espirituales) emergen y florecen en cada ensayo, en cada clase.
Es como observar la naturaleza que se revela ante nuestros
ojos, como una planta que crece de una semilla y se convierte en un árbol con
flores y frutos. ¡Qué privilegio! Aquí está la mente del principiante:
observando, nutriendo y guiando a otros, porque nuestros cuerpos son una
perfecta manifestación de vida. Nuestros cuerpos, son nuestro templo.
Cuando bailo, siento las fuerzas de la vida en todo mi ser.
Estoy despierta y todos mis sentidos están alertas, para compartir el regalo de
mi danza, para conectarme con otros, desde mi ánima hasta el ánima del
espectador. Aquí, la meditación ocurre después del espectáculo cuando
reflexiono acerca de mi interacción y la reacción con el público.
Para mí, danzar, es un intento de comunión con los demás y
con mi entorno.
Quizás una de nuestras necesidades como seres humanos es
conectarnos con la presencia de Dios o con un poder mayor que nosotros. A veces
siento que mi danza es un rezo.
Como siempre digo, un buen maestro es un excelente
estudiante, y es por eso que quiero permanecer abierta a todo y disponible en
cada nueva experiencia.
Mi profesión me permite experimentar la generosidad,
compasión, altruismo, empatía, tolerancia, paciencia y gratitud.
Valoro la libertad y el respeto por los demás al entregarme
totalmente en el proceso de aprendizaje.
El arte de la enseñanza comprende la contemplación, apreciación,
reflexión, intercambio, observación detallada, asimilación y desarrollo de la
conciencia humana.
Gracias a Ud., a cada estudiante, bailarín, artista,
colaborador, institución y organización que me permiten compartir mi punto de
vista.
©Todos los derechos reservados por su autor/a. Prohibida la reproducción total o parcial del documento, sin autorización del/la misma.
Si tienes algo para contar o reflexionar, escribe a blogdanzaria@gmail.com y te responderé lo antes posible. Gracias.
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A todos los que trabajan y hacen posible la danza, el arte y la cultura, muchas gracias. Sergio
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