Del 5 de abril al 4
de mayo de 2008 – Casa del Parque del Río Duratón (Antigua Iglesia de Santiago –
Sepúlveda, Segovia, España.
Siempre me había expuesto en cuerpo y alma encima de los
escenarios, pero esta sería mi primera exposición de otra gran afición en mi
vida, la fotografía. Algo que me causó un poco de desconcierto cuando desde el
ayuntamiento me sugirieron realizar la exposición.
Llevaba casi tres años recorriendo sus caminos, sus
rincones, sus costumbres y sus estaciones.
Casi por casualidad había llegado a
Sepúlveda para impartir clases de bailes y sus paisajes, su historia y sus
gentes cambiaron literalmente mi vida.
Con mucho temor y pudor, acepté la propuesta y el desafío.
Pero ¿cómo plasmar en una exposición tanta belleza, monumentos, tradiciones o
costumbres? Como suele suceder a la hora de montar una coreografía había que
encontrar el hilo conductor para que el público pueda seguir un recorrido
ameno, entretenido o quizás asombroso.
Pero todo este montaje no hubiera sido posible sin la ayuda
incondicional de muchas de las personas que me acompañaron para poder
concretarla. Vanesa y su equipo del ayuntamiento por la impecable labor de
montaje, a Bárbara por su producción en marcos, Alicia y Mariano por el
traslado de la obra (no sin tropiezos), a Toñi y María Luisa por desbordarlas
con el montaje de cuadros, y a todos y cada una de las personas que se trasladaron
desde Madrid para acompañarme en su inauguración.
Sepúlveda es uno de los tantos pueblos españoles cargados de
historia en un paisaje inigualable. Declarado monumento nacional e inicio del
Parque Natural la Hoces del Río Duratón, guarda a cada paso, en cada camino un
lugar para sorprender a cualquier transeúnte que llega esta tierra que cuenta,
además, con una gastronomía igual de exquisita y suculenta.
Además de poseer un gran patrimonio de iglesias del románico
(El Salvador, la más antigua de toda Castilla y León), guarda indemne las siete
puertas que le dan su característica particular: Sepúlveda y sus 7 puertas, y sus
siete llaves. Podemos andar por calles y senderos desde la época romana, el
barrio judío y la pulcra línea de sus iglesias que aún se conservan en su parte
más antigua, tras su muralla.
Pero la verdadera transformación de toda la naturaleza que
le rodea y sus hoces del río Duratón, son los períodos estacionales y sus colores. Desde
la blancura de sus nieves en invierno, pasando por el colorido y sonidos
primaverales o fuerte ocres y amarillos de los otoños.
El hilo conductor fue sin lugar a dudas precisamente este
transitar por sus estaciones, cargadas además, de sus festejos tradicionales:
la matanza, la fiestas de fin de año, los carnavales, el baile de piñata, las Águedas, la misa de Minerva, las de la Virgen de la Peña, la fiesta medieval o la
de toros.
Imposible abarcar tanto por vivir y disfrutar. Días, luces y
colores estaciones intenta ser plasmados en apenas 60 fotografías, dedicadas a
sus pobladores con todos mis respetos y admiración.
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