Cuando una persona se dedica a bailar, y desarrolla esa
faceta artística, con el paso del tiempo y de los años va descubriendo su
propia personalidad como danzante. El ser que hay en su interior desde que
comenzó a caminar se va mostrando, poco a poco, en todas sus facetas, con todos
sus matices y su esencia.
Uno puede y debe interpretar muchos personajes en el
escenario.
Puedes contar historias distintas mientras danzas, mientras
bailas, pero siempre habrá algo que es propio de tu ser, y que no se puede
ocultar, por mucho que busques enmascararlo.
Cuando se le dice a una bailarina (o bailarín, a partir de
ahora cuando me refiera a bailarina lo haré de manera genérica a ambos sexos)
que tiene que buscar su personalidad, en realidad se le está diciendo que tiene
que descubrirse a sí misma, tiene que escucharse, observarse, para ver su
esencia, y a partir de ahí potenciarla, animarla a salir sin vetos, dejar caer
el velo que la cubre.
Ahora bien, independientemente de la personalidad al bailar,
que puede estar definida por una característica especial o distintiva de esa
bailarina, o por varias en conjunto, para mí, basándome en mi observación y
experiencia, hay dos grandes grupos de danzantes: los que impresionan y los que
emocionan.
La bailarina que tiene como objetivo, 100% marcado, el
impresionar, pondrá todo su enfoque, toda su energía y sus conocimientos,
mientras trabaja y crea danza, en conseguir impresionar a su público.
La bailarina que tiene como objetivo, 100% marcado,
emocionar, pondrá todos sus conocimientos en crear una danza que consiga
remover la emoción de su público, a través de contar o comunicar algo.
Por supuesto, esto es una definición a grandes rasgos.
Además, no siempre una bailarina que busca impresionar conseguirá dicho objetivo.
Lo mismo puede ocurrir en el caso de la bailarina que busca emocionar. Esto es
normal, los seres humanos somos seres complejos, y nuestra comunicación con los
demás (y la danza es un modo muy especial de comunicación) depende de
muchísimos factores, la mayoría de los cuales son circunstanciales, y estos
factores pueden errarnos en la consecución de nuestro objetivo a pesar de haber
puesto todo nuestro empeño. Además, no debemos olvidar que la reacción del
público ante nuestro trabajo es un feedback que dependerá a su vez de las
características del propio público que nos observa, no sólo y exclusivamente de
lo que mostremos en el escenario.
SÍGUENOS EN FACEBOOK
En líneas generales podemos decir que la bailarina que busca
impresionar mostrará una danza de movimientos espectaculares o incluso
“extraños”, efectistas, llamativos. Será una danza que buscará dejar huella en
el espectador, pero una huella superficial. Es increíble cómo la etimología de
las palabras nos lleva a un conocimiento mucho más profundo de la realidad: impresionar
viene de imprimir, y esta palabra a su vez significa ‘hacer presión, marcar una
huella’.
Cuando caminamos por una playa vamos dejando huella a
nuestro paso en la arena. Esa huella, momentáneamente ha creado una impresión
sobre la arena, sobre el paisaje, pero esta huella es superficial, puesto que
en cuestión de segundos el oleaje bañará la orilla y limpiará, en un abrir y
cerrar de ojos, la superficie, eliminando el rastro que habíamos dejado.
Constantemente la naturaleza nos dice que nuestra huella, nuestra impresión,
puede ser más o menos duradera, puede ser más o menos grande, pero finalmente
el tiempo y la acción natural del entorno terminará por borrarla para siempre.
De hecho, la palabra Impronta, que tiene el mismo origen que
imprimir (y por ende de impresión), significa “tomar en préstamo”. Cuando dejamos una huella por impresión hemos
tomado prestado algo de alguien, algo del paisaje, algo que no nos pertenece y
que por tanto es volátil.
En el caso de la bailarina que busca emocionar, podemos
afirmar que su danza removerá el interior de cada espectador, le hará
descubrirse a sí mismo, tocará un “botón o resorte” que abrirá una puerta hacia
un mundo que permitirá hacer crecer a quien disfrute de esa danza, porque hará
aflorar su mundo interior. Precisamente emoción viene del árabe emir: ‘jefe,
comandante, el que manda’. La emoción es lo que mueve, el motor de la vida. Por
eso la danza es tan maravillosa cuando emociona, porque la danza es movimiento
en sí misma, y la emoción es nuestra alma en movimiento, necesario para hallar
la calma, para hallar la paz, para limpiarse. Es muy diferente a impresionar,
porque con la impresión queremos dejar huella, con la emoción queremos limpiar
huellas, heridas, marcas…
Impresionar en la danza no es un concepto para nada
negativo, ni mucho menos, es un recurso que bien llevado puede entretener,
divertir y maravillar. Es un recurso genial para hacer espectáculo. Eso sí, ha
de ser usado inteligentemente y no abusar de él, pues si se usa fuera de contexto
y en exceso, perderá totalmente su utilidad.
Sin embargo, y esto es mi percepción personal, eso sí, fruto
de toda una vida encima de los escenarios y también como espectadora; emocionar
en la danza es la herramienta necesaria e imprescindible que distingue el mero
entretenimiento del arte. El arte, si se limita a la superficialidad de la
estética, deja de ser arte, o lo es de un modo endeble, cojo. El arte debe
contar algo, debe transmitir emoción.
Por eso, cuando una bailarina enfoca su trabajo en emocionar
a través del movimiento, creará una danza artística que la llevará a ella misma
a emocionarse, y ser capaz de contagiar dicha emoción a su público, y aquí
habrá crecimiento.
¿y si
además de emocionar también impresionas?
Es posible…pero personalmente he observado que no puedes
enfocarte en ambas cosas a la vez, sólo en una. Puede ser que como consecuencia
de buscar una emoción y contarla surja puntualmente un efecto de impresión…pero
será momentáneo, y no determinante…pasará desapercibido en el conjunto de tu
danza, será como la huella inocente, inevitable y fugaz de unos pasos en la
arena. Y en cuanto al camino inverso… todavía no he encontrado al danzante que
buscando impresionar consiga emocionar de verdad. Puede ser que simplemente yo
no haya tenido la oportunidad de descubrir que eso es posible.
Y tú, querida compañera de danza, ¿impresionas o emocionas?
Y tú, querida espectadora, apasionada de la danza, cuando
vas a ver danza que prefieres recibir a cambio ¿impresión o emoción?
Este artículo ha sido editado en la web de Rocío Rodríguez
Rocío Rodríguez Rodríguez
Bailarina y profesora de danza
ROCIODANZA.COM www.rociodanza.com
Si tienes algo para contar o reflexionar, escribe a blogdanzaria@gmail.com y te responderé lo antes posible. Gracias.
ESCRIBIR SOBRE DANZA TAMBIÉN ES HACER DANZA
A todos los que trabajan y hacen posible la danza, el arte y la cultura, muchas gracias. Sergio
TAMBIÉN PUEDE INTERESARTE VER EN ESTE BLOG
TAMBIÉN PUEDE INTERESARTE VER EN ESTE BLOG
REFLEXIONES...
No hay comentarios:
Publicar un comentario