La contundente obra de este creador Siberiano, abarrotó la
Sala Roja de los Teatros del Canal entre el 11 y 13 de marzo. Una maravillosa
creación y deleite plástico para los amantes de las obras de autor, basada en
la trágica historia, creativa y pasional, entre el gran maestro de escultura
Rodin y su alumna-amante-musa Camille Claudel.
El Eifman Ballet
es una de las mejores compañías de danza rusas de la actualidad. La obra de
ballet “Rodin”, con música de Maurice
Ravel, Camille Saint-Saëns y Jules Massenet, fue estrenado en el Alexandrinsky
Theatre de San Petersburgo el 22 de noviembre de 2011. Además de la calidad
coreográfica y la indiscutible excelencia de sus intérpretes, la obra se ve
perfectamente arropada por los elementos de escenografía de Zinovy Margolin,
el vestuario de Olga Shaishmelashvili y la precisa iluminación, del cual desconocemos
su nombre.
“Las puertas del infierno” a la que hago referencia en el
título, fue la gran obra escultórica inconclusa, surgida de la pasión entre
estos personajes y a la que nos enfrenta Boris Eifman con su obra.
Licencias a parte, pasemos a la crónica, con mi acostumbrado
vicio profesional de intentar ser más o menos didáctico, en estas entregas y que
espero que disfrutes como lector/a.
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Boris Eifman |
BORIS EIFMAN nació
en Siberia (1946) y se graduó en el Conservatorio de Leningrado. En 1977 fundó
el grupo de ballet de Leningrado a la edad de 30 años, que hoy ya cumple 40 años de
existencia. Es uno de los pocos, sino el único, coreógrafo ruso cuya vida está dedicada
a la creación de danza, que no siempre hemos tenido acceso para verlas de forma
habitual por nuestros escenarios.
Tiene en su haber más de cincuenta espectáculos de ballet y muchos de
ellos forman parte del repertorio de compañías de todo el mundo o al menos son
representadas por su propia compañía en muchos de los más grandes teatros del
planeta.
El trabajo coreográfico e interpretativo que exige en sus
producciones, son un ejercicio plástico que traspasa lo anecdótico y su
narración traspasa la barrera en la escena, jugando con planos superpuestos de
realidad, fantasía, sucedido o por suceder; es casi cinematográfico por lo
contundente de sus imágenes. Un juego maravilloso que te deja aplastado en la
butaca.
(Pero hagamos un inciso para no sorprender al respetable.
Disfrutar de este tipo de obras requiere básicamente de dos cosas: o una
increíble sensibilidad o de unos básicos conocimientos culturales; sobre todo
en este caso cuando se intenta plasmar la vida y obra de estos dos grandes
artistas. A mi modo de ver, el título en realidad, tendría que ser “Rodin y
Camille”, pero bueno… La gran locura que
unió a dos grandes artistas de la escultura mezclados con la pasión amor/sexo;
un cóctel con bastantes consecuencias (seas o no escultor). Pero si te sientas
a ver algo así, sin saber que Rodin es el famoso creador de El Pensador o El
Beso (por ejemplo, y que seguro que cualquier homosapiens-sapiens habrá visto en
más de una ocasión), puede que la historia se quede en la anodina anécdota de:
¡qué bonito, qué bien se mueven, qué cuerpos, cómo levantan las piernas).
Hecho el paréntesis, decir que “Rodin”, en la manufactura de
danza de Eifman, es una verdadera joya (por si quedó alguna duda). Te dejo
algún enlace sobre los protagonistas al final de la nota para echarle algún
vistazo y satisfacer alguna curiosidad, (otro paréntesis).
“RODIN” DE EIFMAN
Conociendo un poco la historia de los avatares artísticos/amorosos
entre Rodin y Camille (su alumna, su amante y su musa), Eifman hace un
ejercicio magistral de plasticidad en la escena. Transmite la pasión y la
emoción ante la creación artística y también los encontrados sentimientos de
dichas circunstancias. Ambos personajes dieron bastante de sí, para que sus biografías fuesen también contadas en el cine.
En este caso, un juego rítmico y arrebatador en todos los sentidos,
aunando todos los elementos plásticos necesarios en la escena,
cuentan una historia de esta envergadura a través de: movimiento, sonido,
interpretación, y se amalgaman para plasmar contundentemente las pasiones humanas y
las de la creatividad.
Sin lugar a dudas, destacan Oleg Gabyshev en el papel de
Rodin y Lyubov Andreyeva en el de Camille Claudel; elegante Natalia Povoroznyuk
como Rosa Beuret (esposa de Rodin), y una técnica impecable de sus protagonistas y del cuerpo de baile de la compañía.
Rodin y Camille, artistas del bronce y del mármol, que
plasmaron en sus obras una belleza desmesurada, incluso las de Las Puertas del
Infierno, y que hoy incluso puede verse en el pequeño e increíble museo de
Rodin en París, tan increíble como la de esta obra de Boris Eifman.
Espero que hayas disfrutado de la entrega, y como siempre te digo: no dejes de ver danza en directo cuando se cruce por tu camino. Hasta la próxima melange. Sergio
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A todos los que trabajan y hacen posible la danza, el arte y la cultura, muchas gracias.
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