Si has llegado hasta este texto es una pregunta que puedes responder por ti mismo.
Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que el baile - y el
movimiento en general-, es la primera forma de expresión y comunicación desde
que nacemos. Encuadrado dentro de la expresión libre, no persigue a priori otra
cosa que el placer por el movimiento y la diversión que genera su práctica.
A través de la historia de las distintas culturas podemos
apreciar que las manifestaciones danzadas aparecen sistemáticamente con otros
fines específicos como por ejemplo: lo ritual, mágico o religioso; en festejos
o preparación para otras actividades: siembra, cosecha, guerra, iniciación
sexual; también como ostentación de riquezas,
lujo y finalmente también como demostración artística o deportiva. En
cualquiera de estos contextos la característica común es la expresión y la
comunicación.
Dentro del ámbito de nuestra cultura occidental, los bailes
de salón surgen principalmente como uno de los medios de acercamiento entre las
personas, especialmente en la relación hombre-mujer, donde se mezclan otro sin
fin de sentimientos añadidos no
excluyentes unos de otros, como pueden ser: diversión, catarsis,
sensualidad, competencia y que cada persona pondrá en funcionamiento a la hora
de realizarlos. Sentimientos, actitudes o expectativas que los profesionales
del baile debemos tener presente porque ciertamente incidirán en las clases y
tendremos que convivir con ellos en el desarrollo de nuestra labor.
Hoy en día en nuestra sociedad y sobre todo en las grandes
ciudades, son pocos los espacios que existen para bailar. Antiguamente se
aprendían y practicaban en reuniones sociales o festejos de la comunidad y
desde niños se iban aprendiendo de una manera intuitiva y por imitación. Cada
cual se las ingeniaba para entenderse con su pareja habitual y entablaba una
comunicación personal desde el propio baile.
Lamentablemente a lo largo de la historia de estos bailes y
en determinadas épocas fueron cargándose de prejuicios, menospreciando o
ridiculizando esta manera particular de comunicarse (¿habrá sido quizás por
temor al ridículo de la propia torpeza?). Lo cierto es que hoy en día están en
auge nuevamente y quiero creer que cada vez somos más conscientes de la
necesidad de encontrar nuevos espacios para el encuentro con los demás.
Si bien los bailes de salón pueden encuadrarse
metodológicamente como cualquier otra técnica de danza (con una serie de pasos
a aprender y una forma de desarrollarlos, tanto individual como en parejas), es
su carácter social lo que le hace única. Precisamente es esta característica la
que conlleva las mayores dificultades a la hora de poder enseñarlos y
aprenderlos: conjugar la técnica del baile en contacto y comunicación con otro
desde un lenguaje no verbal y con sus propios códigos.
Hoy en día existen dos modalidades para practicarlos: el
social y el deportivo. Del primero
podemos mencionar: Salsa, Vals vienés, Fox, Merengue, Vals inglés, Cha cha chá,
Swing, Bolero, Pasodoble, Rock’n roll, Tango y un largo etcétera. Del segundo
existen básicamente dos modalidades: Latinos y estándar. Pero sobre este tema hablaré
en próximos artículos.
Cada persona decidirá cuál es la forma más adecuada para sí
mismo.
Quiero compartir esta secuencia cinematográfica de uno de
bailarines más influyentes en la historia de los musicales de cine y
televisión. Balanchine y Nureyev le consideraron el mejor bailarín del siglo
XX.
FRED ASTAIRE and CYD CHARISSE - Dancing in the
dark, at the Central Park.
The Band Wagon. 1953.
Algunos enlaces interesantes sobre:
Baile de salón social: http://lorienbailes.blogspot.com.es/
Baile de salón deportivo: http://www.bailedeportivo.net/
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